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2023-08-25 - 19:23 FUENTE INFOBAE.- El maltrato psicológico en niños: una de las formas de violencia más difíciles de aceptar

Sus secuelas son dificultades emocionales, de comportamiento y cognitivas que se mantienen en la adolescencia y también en la edad adulta. Las familias, las comunidades y los organismos de protección infantil pueden actuar para detenerlo y prevenirlo a tiempo



Sus huellas no son difíciles de identificar para los expertos, porque sus consecuencias son devastadoras de manera inmediata, pero a la víctima le cuesta aceptarlo porque lo tiene naturalizado o intenta minimizar la importancia de estas experiencias en su propia infancia.


Lo cierto es que todo lo dañino que se esconde de la infancia retorna en la vida adulta en forma de pesadilla: enfermedades, síntomas, trastornos. No hay recuperación sin aceptación de lo vivido y padecido.

En comparación con otras formas de maltrato infantil, como el abuso sexual, el abuso físico, el abandono y la negligencia, la atención recibida por parte de investigadores y organismos de protección infantil y profesionales ha sido insuficiente.

En la película “The quiet girl”, la ópera prima del director Irlandés Colm Bairéad, basada en el relato de Claire Keegan, titulado “Foster” (que luego se convirtió en novela corta “Tres luces”) esta forma de maltrato infantil se encuentra atronadoramente presente, junto a otras más visibles.+

El título elegido por el director significa algo así como, “chica silenciosa” pero también “chica discreta”. La autora eligió “Foster” que puede tomarse como huérfano/hijo adoptado o padre adoptivo. Ambos títulos que, después de ver el film, nos interpelan hasta el estremecimiento.

Cáit es una niña de 9 años que vive una existencia desamparada, junto a un padre violento y una mamá repleta de hijos, desamorada y asfixiada por la pobreza rural.

La niña tiene hermanas mayores que no la tratan bien y también un hermano bebé y otra en camino. Desentona en la casa y en la escuela por algunos síntomas que no se permiten en tanta hostilidad y su silencio incólume, como única respuesta a la falta de cuidado y amor. Sensible e inteligente, Cáit sabe todo lo que se calla en esa casa.

Deciden enviarla a la granja de una prima más acomodada, casada sin hijos, familiares a los que la niña no conoce. Allí logra florecer y encontrar lo que se le ha negado, la atención y el amor, pero una nueva amenaza cae sobre su vida en poco tiempo y el desamparo se apodera de ella una vez más. Pero con una diferencia subjetivante, Cáit sabe que existe otra forma de que la traten.

Los vínculos afectivos seguros y estables y la satisfacción de las necesidades emocionales básicas en la infancia son condiciones imprescindibles para asegurar su bienestar y permitir un desarrollo armónico. El papel de las familias y especialmente de las figuras parentales es extremadamente importante.

Cuando un niño o una niña es víctima de violencia y esta situación se devela, se encienden diferentes modalidades de alerta e intervenciones para garantizar y/o restituir los derechos avasallados, vivir una vida sin violencia, y emprender el camino de la recuperación.

Pero cuando el componente del comportamiento dañino de alguno o de ambos padres es de carácter psicológico, es bastante común que se lo desdeñe como un mal menor.

La Asociación Internacional para la Prevención del Abuso y Negligencia Infantil define el maltrato psicológico como “el fracaso en proporcionar al niño un entorno evolutivamente apropiado y de apoyo, incluyendo la disponibilidad de una figura primaria de apego, de forma que pueda desarrollar un conjunto estable y completo de competencias emocionales y sociales que corresponden con sus potencialidades personales en el contexto de la sociedad en la que vive. Puede consistir también en actos hacia el niño que le provocan o tienen una alta probabilidad de provocarle daño en su salud o en su desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social.

Estos actos deben estar razonablemente bajo el control de los padres o personas que mantengan con él una relación de responsabilidad, confianza o poder. Los actos incluyen restricción del movimiento, patrones de rechazo, denigración, culpabilización, amenazas, inducción de miedo, discriminación, ridiculización u otras formas no físicas de tratamiento hostil o rechazante” (International Society for Prevention of Child Abuse and Neglect, 1999).

La Asociación Profesional Americana sobre el Abuso Infantil define el maltrato psicológico como “un patrón repetido o un incidente/s extremo/s de rechazo, aterrorizar, aislamiento, explotación/corrupción, ignorar y/o negligencia hacia la salud mental/médica/educativa del niño. Tales conductas transmiten al niño el mensaje de ser inútil, defectuoso, no querido, estar en peligro, o sólo valioso en la medida en que satisface las necesidades de otro” (American Professional Society on the Abuse of Children, 1995).

A pesar de que hace años contamos con estas definiciones precisas no tenemos datos suficientes acerca de esta forma de agresión. Un estudio estimó que el 30% de la población general refiere haber sido víctima de maltrato psicológico en su infancia, (Binggeli, Hart y Brassard,2001)

                                                         

En general, el maltrato psicológico se presenta asociado a otras formas de desprotección, aunque también se lo puede hallar de forma aislada.

La Asociación Profesional Americana sobre el Abuso Infantil, diferencia seis categorías o formas de maltrato psicológico:

1. Rechazar/degradación hostil, incluye actos verbales y no verbales del adulto que rechazan y degradan al niño.

2. Aterrorizar/amenazar al niño con sufrir un daño físico, morir, ser abandonado, o dejarle a él o a sus seres/objetos queridos en situaciones claramente peligrosas

El maltrato psicológico tiene efectos duraderos y ofrece como resultado impactos sociales perjudiciales, incluidos los altos costos de los servicios de salud y justicia (Getty)

3. Aislar/negar al niño de forma continuada oportunidades para satisfacer sus necesidades de interactuar/comunicarse con iguales o adultos dentro y fuera del entorno familiar.

4. Explotación/corrupción: fomentar el desarrollo de conductas inapropiadas en el niño, como por ejemplo, las autodestructivas, antisociales, delictivas, desviadas u otras desadaptadas.

5. Ignorancia/ausencia de responsividad emocional; ignorar los intentos y necesidades del niño de interactuar; fracaso en expresarle afecto, protección y amor, y no mostrar emoción alguna en la interacción con él.

6. Negligencia hacia la salud mental/médica/educativa: actos injustificados que ignoran, no permiten o fracasan en proporcionar el tratamiento requerido para los problemas o necesidades de salud mental, médicas o educativas del niño.

El maltrato psicológico es un grave problema que afecta a miles de niños y niñas que permanecen en silencio creyendo que esta es la forma en que deben ser tratados por los adultos y algunos también por otros niños.

Los estudios demuestran que son muchas y variadas las secuelas del maltrato psicológico (Getty)

Pensar el maltrato psicológico como secundario a otras formas de maltrato es invalidar el dolor del niño que lo padece. En estos casos aquello que define a un adulto como agresor son las consecuencias psicológicas en sus víctimas.

Los niños y niñas no tienen dónde guarecerse de aquellos que en lugar de cuidarlos los lastiman y tampoco tienen la autonomía para lograr la ayuda y salir de ese infierno. Por ello, es indispensable trabajar en la investigación y en la visibilización de esta forma naturalizada y solapada de la violencia en la infancia.

El maltrato psicológico tiene efectos duraderos y ofrece como resultado impactos sociales perjudiciales, incluidos los altos costos de los servicios de salud y justicia.

Las comunidades, las ONG’S y los organismos de protección infantil podemos actuar para detener los efectos del maltrato e incluso prevenirlo.

"Las comunidades, las ONGS y los organismos de protección infantil podemos actuar para detener los efectos del maltrato e incluso prevenirlo", dijo Almada

Las campañas de prevención y sensibilización son un factor de promoción de la salud imprescindible, que ha tenido éxito en diferentes países del mundo.

El trabajo con las familias a través de los brazos efectores territoriales pueden promover factores de protección que aminoran los efectos del maltrato y brindar las herramientas para detenerlo antes de que ocurra.

Y, sobre todo, dentro de las familias que el imperativo sea no tratar a los niños como no nos gustaría que nos traten o como nos han maltratado. Finalmente, pedir ayuda si se está maltratando a un niño o una niña o si se conoce a un niño en esta situación: no dudar en ayudarlo.

* Sonia Almada: es Lic. en Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Magíster Internacional en Derechos Humanos para la mujer y el niño, violencia de género e intrafamiliar (UNESCO). Se especializó en infancias y juventudes en Latinoamérica (CLACSO). Fundó en 2003 la asociación civil Aralma que impulsa acciones para la erradicación de todo tipo de violencias hacia infancias y juventudes y familias. Es autora de tres libros: La niña deshilachada, Me gusta como soy y La niña del campanario.

 
 
 


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